En una tienda de libros viejos (pero siempre muy útiles) encontré un libro conocido, uno de esos que uno atesora pero que por alguna razón lo pierde en el camino de la vida. Hace muchos años que no leía los textos contenidos en ese libro. Este ejemplar ya tenía sus hojas amarillas y su pasta estaba decolorada, pero su interior seguía siendo inspirador. Gratamente me volvió a sorprender al leerlo.
En el libro descubrí un pequeño fragmento de un escrito poético denominado Juventud al que se le asigna como autor al General estadounidense Douglas McArthur, quien participó en la Segunda Guerra Mundial.
Pero investigando más, me dí cuenta que el verdadero autor es Samuel Ullman un poeta alemán que vivió en Estados Unidos y a quien el General McArthur citaba con frecuencia este ensayo para ilustrar sus discursos.
Ullman escribió este poema durante su etapa de retiro, pensando definitivamente, que el texto es sólo para jóvenes, pero de corazón. Leánlo ustedes mismos.
Juventud.
En el libro descubrí un pequeño fragmento de un escrito poético denominado Juventud al que se le asigna como autor al General estadounidense Douglas McArthur, quien participó en la Segunda Guerra Mundial.
Pero investigando más, me dí cuenta que el verdadero autor es Samuel Ullman un poeta alemán que vivió en Estados Unidos y a quien el General McArthur citaba con frecuencia este ensayo para ilustrar sus discursos.
Ullman escribió este poema durante su etapa de retiro, pensando definitivamente, que el texto es sólo para jóvenes, pero de corazón. Leánlo ustedes mismos.
Juventud.
La juventud es algo más que una etapa de la vida. Es una actitud mental frente a ella.
Ser joven es tener temple en la voluntad, calidad y altura en la imaginación, vigor en las emociones.
Sólo seremos viejos cuando hayamos perdido nuestros ideales.
Seremos jóvenes en la medida de nuestra fe, de la confianza en nosotros mismos, y en tanto la esperanza aliente nuestro ánimo.
Mientras nuestro corazón sea capaz de recibir mensajes de belleza, de alegría y de entusiamo, seguiremos siendo jóvenes. Sólo habremos envejecido si al corazón lo cubren las nieves del escepticismo y los hielos de la derrota.
Gracias a los libros por recuperar lo perdido, sorprender con lo antiguo y rejuvenecer el corazón.
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